sábado, 30 de marzo de 2013

El pianista

     Chopin, música de fondo en el gueto de Varsovia


  Haciendo una excepción a las que me estoy acostumbrando demasiado, centraré esta entrada haciendo referencia más que a la película y a la historia de su protagonista, al libro que este escribió tras la guerra, y que Polanski utilizó para llevar dicha historia a la gran pantalla. Y también, a unos peculiares "directores de cine", que bien podrían no haber desempolvado sus viejas cámaras cinematográficas.
 
  Un compositor y pianista polaco de origen judío fundó, en 1962, el Quinteto de Varsovia, con el cual ha dado más de 2.500 conciertos por el mundo, es el mismo hombre que paso más de un año escondido y solo en un gueto de Varsovia, durante la ocupación nazi, ante un piano que no podía tocar. Precisamente por ello, Vladislaw Szpilman ha trascendido del mundo de la música con un documento sobrecogedor, El pianista del gueto de Varsovia, relato de su supervivencia en el gueto durante la ocupación nazi.

  El pianista escribió su trágica experiencia inmediatamente después de la liberación de Polonia por los rusos y fue publicada en 1946. Pero las nuevas autoridades polacas retiraron el libro porque no era políticamente correcto. Szpilman refiere en primera persona, con un lenguaje directo, no exento de un tono poético, lo que vió con sus propios ojos. La humillación humana, el dolor, el hambre, la enfermedad y la muerte. Pero no hay en el relato una sombra de acusación ni de venganza. Es una simple descripción realista, de lo que aconteció ante él.
 

  Es un documento recuperado recientemente, publicado en alemán en 1998, en inglés en 1999 (considerado el mejor libro de no ficción ese año por la prensa norteamericana) y en español en 2010, en el que aparecen las atrocidades cometidas por alemanes, lituanos y ucranianos, pero también por policías judíos y polacos hace poco más de 55 años en Varsovia. De ahí que fuera retirado.
 
 En 1940, medio millón de judíos fueron obligados por los ocupantes a instalarse en el gueto de Varsovia, un área en la que apenas cabían unas cien mil personas. El autor relata cómo fueron levantados los muros, como en 1942 empezaron los "reasentamientos" hacia Treblinka, adonde iba ser trasladado el músico junto con su familia, sus padres, dos hermanas y un hermano, de lo que se salvó él casualmente, aunque nunca más volvió a ver a los suyos. Szpilman y a través de él y la gran pantalla, Polanski; describe de forma fría escenas muy impactantes. Como el niño que intenta hacer contrabando a través del muro y es asesinado a patadas por un soldado alemán; el inválido que es lanzado por la ventana de un tercer piso con su butaca; los asesinatos en masa e indiscriminados en las calles o cómo se divertían los soldados obligando a los judíos ancianos o niños, a punta de metralleta, a bailar valses en la intersección entre el gueto grande y el pequeño.
 
 
 
 Corría la primavera de 1942 y "los alemanes -cuenta Szpilman- se habían aficionado a hacer películas. Un día agruparon a un cierto número de hombres y mujeres en los baños públicos, les dijeron que se desnudaran y se bañaran en la misma sala, y filmaron la curiosa escena con todo detalle. Los alemanes hacían las películas antes de acabar con el gueto, para desmentir posibles rumores o para mostrar lo bien que vivían los judíos de Varsovia, y también lo inmorales y despreciables que eran".

En 1943, el gueto se sublevó, lo que provocó su destrucción por los nazis, y un año después apareció en Varsovia la resistencia, que fue también aplastada. Szpilman fue testigo de todo e incluso participó en la resistencia al proveer de munición a la guerrilla polaca. Finalmente, vivió solo, en unas condiciones infrahumanas, en las buhardillas de una fantasmagórica Varsovia reducida a escombros por los alemanes.
De todo ello pudo escapar Szpilman gracias al azar y a la ayuda de amigos, de judíos colaboracionistas, de polacos antisemitas y de un oficial de la Wehrmacht. Precisamente, "El pianista del gueto de Varsovia" incluye fragmentos del diario de ese oficial, Wilm Hosenfeld, que murió siete años más tarde en un campo de concentración soviético, sin que Szpilman pudiera hacer nada por salvarle. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario